domingo, 22 de febrero de 2009

Postmoderno

Nadie logró interpretar ese zumbido interrumpido por fuertes golpes, entre todo el ruidaje que se asemejaba al ruido de una refinería, se escuchaban agudos sonidos aleatorios que intentaban encajar con los fuertes golpes. Nadie logró descifrar cual era el mensaje a recibir, solo sabían en el fondo de sus corazones que esas cuatro personas sabían lo que hacian, simplemente no les importaba como lo hacían. Ignacio Strazzarino, encargado de la sala de ensayo Elepé se dispuso a acercarse a la sala Nº2 para notificar a los integrantes de Tales from the Nunchaku que su tiempo de ensayo estaba llegando a su final. Como quien codea y empuja a gente en un 121 lleno que circula por 18 de Julio a las 12 del mediodía, Ignacio entró a la aturdida sala de ensayo y trató de partir la mezcla de sonidos que intentaban coordinar para hacer sonar Hearts on Fire de Hamerfall con su fina voz para avisar que el tiempo se había acabado. 5 minutos despues de avisar, volvió a la sala para acomodar todos los artículos para la proxima banda. Mientras los guitarristas enrollaban los cables de sus guitarras y pedaleras y el baterista guardaba sus platillos en sus respectivas fundas, el bajista Leandro Dal Monte Calabrese, se dedicaba a recitar su tradicional monólogo sobre las auroras boreales con una fuerte voz amplificada por un micrófono.
Mientras movía las manos y articulaba como Hitler lo hacía al hablar frente a sus compatriotas Leandro decía:
"Si, pequeño Randall.....cuando las libelulas vengan y nos azoten con sus filosas ideas socialistas, nuestro sonido dejará de ser polémico y pasará a formar parte del nuevo movimiento POSTMODERNO."-

Las ultimas palabras de Leandro provocaron que algo dentro de la cabeza de Ignacio hiciera "click!" y a partir de ese momento, toda perspectiva y punto de vista de Ignacio se habia vuelto una pequeña e insignificante partícula dentro de la nebulosa que se estaba formando en su cerebro. Comenzó a sentir como sus pupilas se dilataban a una lenta velocidad hasta dejar el iris de sus ojos como un gran circulo negro que una vez supo ser marrón verdoso. Su ritmo cardíaco aumentó notoriamente hasta el punto en el que podía sentir como el gran volumen de sangre que iba a sus manos hacía latir sus dedos. Cuando el zumbido de sus oidos se desvaneció y reaparecieron los ruidos de la sala, una sonrisa aparentemente forzada se dibujó en su rostro. Sin parpadear y sonriendo de una forma tetrica se acercó al microfono donde estaba Leandro y entre risas pícaras como las de un niño tímido dijo entre dientes: "Jeh, postmoderno...jiji!". La reacción frente a la declaración de Ignacio resultó en una mezcla de confusión, sorpresa y risas. Sin embargo, los integrantes de Tales from the Nunchaku no hicieron mas que mirarse absortos y confundidos. Una vez que los musicos se fueron, Ignacio volvió al mostrador de la entrada y mirando a vacío se sentó en su silla. Su compañero lo miraba raro, se acercó y le preguntó algo que no logró escuchar por el zumbido que había vuelto a sus oídos. Giró la cabeza casi como un robot y sin parpadear y sonriendo miró a su compañero y le dijo lentamente: "Pssss pssss pssss, Postmoderno...psssss".

Durante casi 3 horas, Ignacio no hizo mas que repetir la palabra que había cambiado su vida para siempre. Sus compañeros de trabajo se preocuparon tanto que tuvieron que llamar a su madre para que lo fuera a buscar y se lo llevara a la casa. Al llegar su madre, abrió la puerta del local y lo primero que vio cuando subió la escalera de la entrada fue a los empleados de la sala mirando hacia el techo con las manos arriba y a su hijo Ignacio colgado del ventilador de techo en funcionamiento y gritando con una voz parecida a la de Tina Turner: " Postmoderno..aaaaawawawaaaaaa, Postmoderno warakapirritawatzip!!!!!".

Tres horas más tarde, la actitud de Ignacio había mejorado pero no habia vuelto a la normalidad. Habia dejado de saltar por toda la sala como había empezado a hacer justo antes de que llegara su madre al trabajo. La madre no podía dejar de pensar por qué su hijo estaba actuando asi. Pensó que era una forma de llamar la atención por la separación de sus padres, pero no tenía sentido ya que estos se habian separado 28 años antes (Ignacio tiene actualmente 30 años). No sabía que hacer, pero lo que mas la llenaba de temor era que su compañera de la sala demandara a Ignacio por haberle pegado en la cabeza repetidas veces con un sillon inflable. Lo que la madre seguía sin entender era el por qué de la palabra postmoderno. También evaluó la posibilidad de que haya consumido drogas, pero Ignacio se mantuvo limpio durante toda su vida, excepto por aquella pequeña adicción que tuvo a los 3 años con la pasta de dientes. Marisol, la madre de Ignacio lo sentó en una silla en la cocina mientras ella preparaba una sopa. Ella no sabía por que pero mientras estaba de espaldas a Ignacio sentía como su mirada penetradora la golpeaba fuertemente en la espalda. Cada 5 o 10 minutos ella se volteaba para ver si su hijo había cambiado de actitud, pero para su desilusión cada vez que se daba vuelta veía a su hijo sonriente y sin parpadear que entredientes decía casi susurrando la palabra "postmoderno". Cuando la sopa ya estaba lista, ella se sentó frente a su hijo en la mesa y lo miraba con curiosidad y miedo. Ignacio continuaba mirando al vacío sonriente con un repasador colgandole del cuello y el plato de sopa del cual se levantaba vapor que cubría la cara del mentalmente ausente. Marisol no pudo resistir no saber que hacer y le habló a su hijo.

-"Ignacio ¿Puedes explicarme que pasó en la sala?-Ignacio no emitió respuesta, hasta parecía que no habia escuchado nada.
-¿Por qué sonries?-preguntó Marisol con una debil serenidad. Con esa pregunta, Ignacio miró a su madre y riendo con una risa contenida le respondió:

-Posmoderno...jeje
-Quieres decirme que significa eso, hijo-dijo Marisol con una voz temblorosa.
-Postmoderno...si, Postmoderno- y volvió a reir pero esta vez un poco mas fuerte.
La madre al pensar que Ignacio le estaba tomando el pelo, agarró su vaso lleno de agua y se lo tiró en la cara, se levantó y le gritó: "Será mejor que dejes esta estupidez o te haré internar hoy mismo!". Ignacio mientras tosía por el buche de agua que lo agarró de sorpresa, borró esa sonrisa forzada de su cara, levantó la mirada y mirando a la madre con los ojos bien abiertos le dijo: "¿Crees tu madre, que internarme sea una idea...POSTMODERNA?"- Se levantó de la silla pegando un salto, corrió hacia su madre, la agarró de los hombros y empezó a saltar gritando "POSTMODERNO, POSTMODERNO, SI!!!!!!". Luego empujó a su madre contra la heladera y fue corriendo a la cocina don
de estaba la enorme olla llena de sopa de fideos. Agarró la olla y virtió todo su contenido sobre su cabeza y dejandosela puesta como una especie de casco. La madre al levantarse vio a su hijo corriendo por toda la cocina con la olla cubriendole la cabeza y gritando "POSTMODERNO". Cuando la madre se levantó, sintió a sus espaldas un fuerte ruido de metal golpeandose y cuando se dio vuelta encontró a su hijo tendido en el suelo mojado en caldo y cubierto de tallarines con la olla abollada al lado de su cabeza y cascaras de pintura que habian caido de la pared.

Marisol arrastró a su hijo hasta su cuarto y lo acostó en la cama. Había sido un día cansador, sobretodo desde que pusieron el nuevo Impuesto al chorizo de manatí para el cual habia que hacer una larga cola para pagarlo. A ese estres económico, se le sumó el desequilibrio de su hijo y la indecisión entre comprar una plancha o un PlayStation 3, el día siguiente no iba a ser para nada mas facil y ella lo
sabía. Ignacio permaneció en su cuarto a oscuras y no durmiendo. Sentado sobre su cama sonriente y mirando con los ojos bien abiertos al manto oscuro que envolvía su habitación. No podía ver nada, solo podía escuchar la palabra "postmoderno" rebotando en su cabeza y un ligero zumbido similar al que se siente cuando uno vuelve de un baile. Lo que fueron solo 15 minutos, para el fue una eternidad escuchando la palabra postmoderno. ¿Qué era lo que le llamaba la atención de ello? ¿Por qué nunca le había pasado? Son cosas que el no estaba en condiciones de descifrar a no ser que la respuesta sea: POSTMODERNO. Eso se había vuelto la respuesta a todo, solución a todo problema, inspiración y razon de ser de Ignacio. Mientras miraba perplejo a su pared y sentía un eco en su cabeza que decía "POSTMODERNO....POSMODERNO", un click volvió a sonar en su cerebro e Ignacio comenzó a reir con una risa contenida. Prendió la luz al costado de su cama, y vio un marcador indeleble negro sobre su mesa de luz, lo tomó y mirando la pared dijo "postmoderno".

A la mañana siguiente, Marisol se levantó temprano para prepararle un café con leche y tostadas a su hijo. Mientras ponía los panes en la tostadora deseaba que Ignacio haya vuelto a la normalidad. Al abrir la puerta del cuarto de Ignacio, no vio nada a excepcion de lo que la luz del comedor iluminaba desde afuera del cuarto. Las ventanas estaban cerradas de manera que no entrara ni un fotón de luz. Extendió su mano izquierda para prender la luz y cuando el cuarto fue inundado con la luz tuvo la sensación de que se caía. Sus manos se aflojaron, dejando caer la bandeja, que hizo un fuerte ruido al caer en el piso rompiendo el plato, taza de cerámica y cisne de cristal. Cuando su vista se aclaró y se le fue el mareo, pudo
ver que las paredes del cuarto, que antes supieron ser beige claro ahora estaban cubiertas de escrituras desprolijas de color negro que impulsivamente describian la palabra "POSTMODERNO" escrito por todos lados y en una letra digna de un niño que recien aprende a escribir. En un rincón del cuarto, se encontraba Ignacio sentado y sonriente, pero no con la misma cara de siempre. Esta vez Ignacio estaba camuflado en la pared debido a todas las veces que se escribió sobre su rostro y cuerpo la palabra "POSTMODERNO". Levantó su mirada y observando a la madre con grandes ojos le dijo:"Mami....postmoderno". Aquí Marisol se encontraba frente a un problema que recién comenzaba para ella. Su hijo, ahora mentalmente inestable y pintado de pies a cabeza no podía ir a trabajar en ese estado. La pared del cuarto parecía la pared del baño de un boliche bailable. La moquette del cuarto tenía una gran mancha marrón por el café volcado y miles de pedazos de ceramica y cristal por el piso. Marisol se enfrentaba al gran reto: el marcador negro que usó Ignacio para pintarse y escribir las paredes, era indeleble.

AQUÍ PODRAN ESCUCHAR UNA HORRIBLE GRABACIÓN EFECTUADA POR UNO DE LOS TRABAJADORES DE LA SALA ELEPÉ CUANDO IGNACIO SE COLGÓ DEL VENTILADOR

1 comentario:

Lea dijo...

posmoderno posmoderno!