domingo, 12 de abril de 2009
13:15
Los siguiente eventos pueden ser irreales o ficticios, por favor atajarse.
Resulta que...
Era una hermosa tarde de invierno en Montevideo, el sol brillaba y una brisa silenciosa recorría las calles. En las escaleras entrantes de un liceo, ya mugriento y medio descuidado, se encontraba la joven estudiante casi bachiller Juana de Ibarbourou. Una estudiante rebelde y desenfrenada, con un estilo de vida que pocas mujeres te atreverían a llevar. Juana se veía envuelta en un aburrimiento sofocante, el mármol de las escaleras y el gris del paisaje la sumergían en un mar de monotonía. Pero en esta abrumadora situación Juana logra distinguir una vaga figura que se aproximaba. Un joven barbudo se detiene y la mira con curiosidad, toma toma aire y el mismo es exhalado por su faringe pronunciando -Hola...-, la joven lo mira, se trataba de nada mas ni nada menos que Juan Zorrilla de San Martín, el gil de la clase. - Parece que estas bastante aburrida- dice Juan intentando establecer una conversación. La joven pálida de cabello negro, largo y liso como cortinas bosteza, saca un encendedor y enciende un cigarrillo de mariguana, luego de que el humo es asimilado completamente por sus pulmones y su mente se abre balbucea - Y la pobre parece tan triste con sus gajos torcidos que nunca de apretados capullos se visten... - estaba claro, la pobre enloqueció.
Juan puso un quiosco en Rivera y 26 de Marzo, Juana no termino el liceo pero se dedico a jugar handball en la selección femenina uruguaya. Nunca se volvieron a ver.
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